Al quedar suspendido el periódico El progreso (1881), y necesitado el Partido Republicano Progresista -fundado en 1880 por Manuel Ruiz Zorrilla (1833 -1895) y Nicolás Salmerón (1838 -1908) - de un nuevo órgano de expresión, empieza a editarse esta publicación el 22 de junio de 1887, siendo su fundador y propietario Antonio Catena Muñoz (1840 -1913). El nuevo órgano del partido de Zorrilla tendrá un gran éxito como diario popular y anticlerical durante la Regencia de doña María Cristina, alcanzando al comienzo del nuevo siglo su máxima difusión y convirtiéndose en el gran diario republicano madrileño. Zorrilla fracasará ya en su primera intención de restaurar la unidad republicana, fundando Salmerón por una parte el Partido Republicano Centralista y su órgano, La justicia (1888 -1890), y los federalistas, por otra, La joven España (1887 -1888). El país seguirá “fiel a la tradición de los diarios de partido”, tal como señala J.M. Desvois, siendo un periódico típico de gran formato, compuesto a varias columnas, que irá evolucionando a la par que el resto de la prensa de información general, dedicando la primera plana al editorial y artículos de fondo, además de dar cuenta de la actividad de la formación política de que la que es órgano oficial; la segunda y tercera, a noticias nacionales, de provincias y extranjeras, la crónica local de Madrid, espectáculos, crónicas parlamentarias y políticas, sucesos, cotizaciones de bolsa, etc., y la última al folletín y a los anuncios comerciales, que llegarán a ser abundantes. Al año siguiente de su fundación, el entonces joven Alejandro Lerroux (1864 -1949) sustituirá a Valentín Morán en la dirección del periódico, y lo convertirá en uno de los diarios más polemistas (con La nación, La época, etc.) y más leídos de la época. En su redacción estarán Ricardo Fuente Asensio (1866 -1925), el futuro fundador y director de la Hemeroteca Municipal de Madrid, que actuará como redactor jefe y que más tarde llega a dirigirlo, así como Antonio Palomero, Dionisio Pérez e Ignacio de Santillán, entre otros. Todavía bajo la dirección de Lerroux, y junto a periodistas como Francisco Sastre, Santiago Oria, Eduardo Rosón, José Antonio Palazón, Francisco Rodríguez Besteiro, Curros Enríquez, Ernesto López (Claudio Frollo), en el diario van a empezar a agruparse jóvenes escritores e intelectuales de la generación del 98, como José Martínez Ruiz, que será redactor desde el cinco de diciembre de 1896 (no empezará a utilizar el seudónimo Azorín hasta 1904), junto a Ramón María del Valle Inclán, Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Vicente Blasco Ibáñez, Benito Pérez Galdós, Ramiro de Maeztu, Manuel y Antonio Machado, Manuel Bueno o Rubén Darío, y hasta el joven Ortega buscará refugio en sus páginas cuando no pueda publicar en el periódico de su propia familia (El imparcial). Mientras que Ortega llegará a considerar a El país -junto a El liberal - como el periódico defensor de las ideas más avanzadas en España, Rubén Darío llegará a decir que su redacción llegó a reunir el mayor número de intelectuales españoles. Zorrilla se unirá en 1893 a Salmerón en Unión Republicana, y tras el fallecimiento del primero se producirá una disensión en el seno de la redacción del diario, cuya mayor parte se marchará a El progreso, que comienza a editarse el 31 de octubre de 1897, como nuevo órgano oficial del partido republicano progresista y bajo la dirección de Lerroux. El país adopta entonces el subtítulo de “diario republicano socialista revolucionario”, y bajo la dirección de Joaquín Dicenta se convertirá durante un año en portavoz del grupo que publica la revista Germinal, momento en el que será considerado como el periódico “más abierto a la juventud y a las nuevas tendencias estéticas”, a la vez que sus competidores directos (republicanos y socialistas) le acusan de difundir “un socialismo sentimental trasnochado”, como recuerda María Cruz Seoane. Desde febrero de 1896 había sido víctima de una campaña de persecución a través del fiscal de imprenta, que logrará el encarcelamiento de varios de sus redactores y su suspensión definitiva el 18 de agosto de 1898, con la penalización a más de dos años de cárcel para Manuel María Iglesias, que como “hombre de paja” en ese momento ocupa la figura de editor -responsable, reapareciendo al día siguiente bajo el título de El nuevo país. Pero su momento más duro será en febrero de 1901 cuando sea de nuevo suspendido por orden gubernativa durante doce días. En 1902, seguirá la política de la Federación Revolucionaria fundada por Lerroux y Vicente Blasco Ibáñez, entre otros, y llevará a cabo una campaña de agitación republicana contra la coronación de Alfonso XIII. Con los artículos que la censura le tacha llega a confeccionar una edición semanal parisina en castellano, que estuvo a cargo de Luis Bonafoux y que las autoridades francesas prohibieron ese mismo año, y de la que existen dos ejemplares en la Hemeroteca Municipal de Madrid. Además de en la de El globo (1875 -1932), órgano del republicanismo posibilista castelarino, en la redacción de El país tomó su principal asiento la denominada “bohemia” periodística y literaria. En su tertulia se daban cita, entre otros, Adolfo Luna Ramos, Pedro Barrantes (otro de los editores responsables del diario), Rafael Delorme, José Ferrándiz Ruiz (que utilizó los seudónimos Constancio Miralta, Un Clérigo de esta Corte y el Devoto Parlante) o el exjesuita Segismundo Pey Ordeix (que utilizó el seudónimo Gil Blas de Santillana), famoso por sus campañas anticlericales. A partir de 1907, tras asumir Roberto Castrovido Sanz (1864 -1941) la dirección que había dejado Ricardo Fuente, el periódico se inspirará en el programa de la Unión Republicana catalana, para después hacerlo en el del Partido Republicano Radical. Pero a partir de aquí será el más firme defensor de la Conjunción Republicano -Socialista (1909 -1918), por la que Pablo Iglesias conseguirá en 1910 la primera acta de un socialista en representación del movimiento obrero español. Durante la primera guerra mundial será francófilo y recibirá la correspondiente subvención de la embajada francesa. Por entonces también forman también parte de su redacción José Abina, Julián Cuadra, Pedro Miquel y Arturo Mori. Castrovido fue su director hasta la desaparición del diario, el 11 de febrero de 1921, fecha emblemática por ser la de la proclamación de la I República Española, motivada por las continuas denuncias que venía recibiendo de la autoridad gubernativa, pero también por la huida de sus lectores hacia los nuevos periódicos de ideas republicanas y progresistas; después de haber alcanzado sus mayores tiradas al comienzo de siglo, con más de 47.000 ejemplares diarios, haber emprendido varias campañas anticlericales por la intromisión de la iglesia católica en los asuntos políticos, haber lanzado múltiples campañas a favor de la unión de los republicanos españoles y tras 35 años de vida.