El origen de las magnitudes de las estrellas
Las estrellas y otros objetos celestes emiten luz que, independientemente de la distancia a la que se encuentran, nos llega con mayor o con menor intensidad. Cuanto más grandes, más cerca y mayor temperatura tengan estos objetos celestes, mayor será esta luminosidad, a la que se le llama magnitud.
Antiguamente, los astrónomos griegos denominaban a las estrellas más brillantes del cielo, estrellas de primer tamaño. Fue el astrónomo griego Hiparco el primero en catalogar un total de mil estrellas visibles a simple vista (aproximadamente una cuarta parte de las estrellas que podemos ver de esa manera), denominando su brillo como “magnitud”. A las estrellas más brillantes las catalogó como estrellas de primera magnitud, y a medida que descendía su brillo las iba registrando como de segunda, tercera, cuarta, quinta y, las más tenues, de sexta magnitud.
Esta magnitud se indicaba en los mapas y planisferios celeste antiguos por el tamaño o forma con que se dibujaban las estrellas. Un ejemplo los tenemos en la recopilación de mapas que encontraremos a continuación.
Actualmente se conserva esta forma de medir la luminosidad de los objetos del cielo, aunque no se limita únicamente a esas seis magnitudes.